Óleo sobre plata Titulado y fechado al dorso Medidas 19,5 x 24 cm Con importante marco de época. Don Francisco de Figueredo y Victoria (Popayán, Nueva Granada 1685 – Santiago de Guatemala 1765) pertenecía a una pudiente familia payanesa que le había inculcado una sólida formación intelectual y espiritual en el ámbito jesuítico que culminó con la obtención del doctorado en la Universidad de San Gregorio de Quito.
Una vez iniciada su carrera como maestrescuela, alcanzó la mitra de Popayán (1741-1752), de donde fue promovido diez años después al Arzobispado de Guatemala (1751-1765). Según Carmelo Saenz de Santamaría “rompió todos los moldes en su propósito de favorecer a los jesuitas”. En Popayán y luego en Guatemala fue un consumado benefactor y mecenas de la Compañía de Jesús llevando a cabo numerosas iniciativas que levantaron los recelos del Consejo de Indias. La extensa inscripción en caracteres latinos que figura al dorso de la obra es testimonio del agradecimiento del Colegio Máximo de Quito hacia el prelado por su generosa labor de mecenazgo hacia la institución jesuita.
La historia de esta advocación mariana de fuerte tradición popular se remonta al siglo XVI, cuando los dominicos se encontraban evangelizando la región. Un caballero español levanta una casa para la administración de los colonos, indígenas y esclavos que debía incluir una capilla. Cuando posteriormente llega el fraile dominico misionero Andrés de Jadraque, decide colocar en la capilla un lienzo dedicado a la Virgen del Rosario, advocación de la orden. El pintor español Alonso de Narváez se encarga de pintarlo sobre algodón indígena.
Permanece en la capilla durante diez años hasta que la humedad lo deteriora completamente por lo que se traslada a la población de Chiquinquirá donde la dejan en una habitación. Una mujer del lugar, María Ramos, decide reparar el lienzo y otorgarle un lugar privilegiado en la capilla y comienza a orar pidiendo a la Virgen del Rosario que se manifieste. En 1586 el cuadro había recuperado sus colores y brillo produciéndose el milagro.