Óleo sobre lienzo
Medidas 111 x 92 cm
Artista de gran versatilidad en el panorama de la pintura española del primer tercio del siglo XVII las escasas referencias documentales que han llegado hasta hoy (Palomino, Ceán Bermúdez) atestiguan que fue discípulo de Vicente Carducho.
Las obras de Collantes, a menudo firmadas, pueden agruparse en dos
géneros: pinturas religiosas y pinturas de paisaje con o sin figuras y
de asunto bíblico o mitológico. En las primeras, destinadas a la
devoción privada, las imágenes de los santos, de gran tamaño,
generalmente aisladas y ocupando el primer plano, son tratadas con una
técnica tenebrista deudora de Ribera. En ellas, sin embargo, también se
manifiesta el interés del pintor por el paisaje, desarrollado en amplias
lejanías en las que ocasionalmente pueden aparecer figuras, atemperando
con luces plateadas el crudo tenebrismo.
Pero donde destacó Collantes fue en la pintura de paisaje, considerada
en su tiempo un género menor pero no por ello despreciada, al punto de
ser uno de los pocos artistas españoles de su tiempo que llegó a ser
conocido fuera de España.
Debemos considerar a Francisco Collantes como un pintor dotado de especiales cualidades para el género del paisaje, dado las numerosas obras que proceden de encargos del Buen Retiro. De esta relación con el medio cortesano, el pintor disfrutó de una importante red de clientes. No obstante también realizó algunas obras de temática religiosa en las que manifiesta un gran conocimiento del naturalismo riberesco y las corrientes napolitanas (San Onofre, Museo del Prado; San Pedro, colección particular). La obra que nos ocupa se relaciona compositivamente con un San Jerónimo (óleo sobre lienzo, 128 x 102 cm) atribuido a José de Ribera, hoy en el Museo del Prado que procede del legado Juan Gómez de Molina y Elio, II marqués de Fontana.