Óleo sobre lienzo Medidas 61 x 46 cm
Sebastián Martínez Domedel es una de las figuras más enigmáticas de la pintura barroca española. Su aprendizaje probablemente finalizó en Córdoba junto a Cristóbal Vela Cobo con quién colaboró en la decoración pictórica de la iglesia de San Agustín donde debió conocer de primera mano los trabajos de Antonio del Castillo.
Lo que de Sebastián Martínez se conserva firmado o documentado, al parecer todo de fechas avanzadas, muestra a un artista ecléctico, desigual incluso dentro de una misma obra, que utiliza estampas y copia con habilidad a los maestros antiguos, tanto como imita a los modernos. En 1661 visita las colecciones reales de El Escorial por encargo del cabildo catedralicio de Jaén para copiar algunas pinturas con destino al retablo del Rosario. El tratadista Palomino escribe que Felipe IV lo nombró su pintor, noticia no confirmada.
Dotado de una extraordinaria genialidad para com-poner novedosos asuntos iconográficos a los que imprime de una inusitada expresividad de gestos, Sebastián Martínez puede considerarse como uno de los pintores españoles pertenecientes a la corriente naturalista más destacados de la segunda mitad del siglo XVII. El rostro ensimismado del anciano, de barba poblada y frente arrugada, puede relacionarse con los tipos de otras obras del artista como el “San Judas Tadeo” de la colección Granados o el “San José y el Niño Jesús” del Museo del Prado.